Tarragona, 1943.
La obra de Joaquim Chancho se ha caracterizado por una rigurosa conciencia estructural, por los ordenes espaciales, por los nexos cromáticos y por la expresividad surgida de la métrica y la reiteración. Sus primeros trabajos, a principios de los años setenta, se basan en el diálogo entre el gesto y la geometría y la reducción del color al blanco y negro. Posteriormente tiende a la serialidad y la secuencialidad, para centrarse en los últimos años en la superficie del cuadro como pura abstracción. Recorridos que alcanzan una compleja organización reticular que atiende a una visión poliédrica del espacio, creando un conjunto de tramas y retículas que se entrecruzan, abren, cierran, expanden, contraen, reducen, sobreponen y modifican continuamente. Una especie de pliegue entre el cuadro y el espectador.
En la actualidad revisa y resitúa su trabajo anterior, principalmente en la obra sobre papel.